Tres Poemas por Ann Cefola
- Ann Cefola
- 6 abr
- 2 Min. de lectura
por Ann Cefola
traducido al español por Ligia Yamazaki
Tarjeta Postal
Los muertos no escuchan súplicas: vigila
Conmovidos por lágrimas, amor y trabajo
Se mueven como santos para dar una mano, Puede ser así y así es:
Aquello que unen en el cielo esta unido en la tierra.
Sus ojos se extienden por la casa entera, sus labios soplan una hoja
detrás de mi perro y yo cuando caminamos a lo largo preguntándonos,
¿Quién nos cuida? Dónde está Dalila, quien murió hace un añon el día
de Acción de Gracias? Hojas curiosas acribillan el camino de amarillo y rojo.
Saben tanto, los muertos, pero solo hablan viento y lluvia.
Este halcón da vueltas sin dejarse ver. En el suelo una
pluma gris de punta blanca. Yo descifro su mensaje:
Viento: Espera; halcón: Fe: pluma: Escribe.
Vida Silvestre
Esta mañana pavos salvajes semejando un collar
de perlas negras, atraviezan mi jardín color ocre,
una docena, pequeños, lo suficientemente sabios para levantarse
glugluteando y bajar los álamos cuando un cachorro coyote—todo entintado
cara y cola—emerge de una zarzamora, aturdido al ver la tribu naranja marrón
pero estimulado por aromas de los roedores fáciles a seguir hacia profundidades
de pinos sombreados por el sol, los mayores regresan a picotear, serenamente reúnen
sus crías a quienes me encantaría seguir en fila india hacia el vacío arroyo
un último pavito, vientre lleno, ansioso por extender un dia
mi abanico otoñal-pero ya estoy con mi asombrado coyote
compitiendo con el corazón hambriento del bosque.
Azafran
Me paro al borde del canal
arriba la nublada luna azul.
Mientras las otras aves se arquean como
blancos pompadours,
el cisne con plumas grises
espigadas como remos,
se desliza mas para decir
Y tu?
Igualmente desaliñado y astillado.
Aunque una mujer hindú en la tardía fiesta
de verano díjome
Ya tienes puestos tus colores santos—
camisa citrina, chal naranja—
como pequeños hilos rojos cocinados,
sangran ámbar y oro.
Ojo obsidiano del cisne
se traga el grano negro de mi corazón.
Y yo, yo susurro en mi vibrante chal
al borde del canal, la luna
de repente estallando.
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